Si tú quieres es posible que vuelva a renacer en ellos la luz y la esperanza de vivir.
Ellos aun se mueven, pero en su semblante expresivo denotan la aflicción de su espíritu y la anquilosis de su cuerpo exánime.
Ellos no hablan, están mudos, han perdido toda sensibilidad en su lengua y garganta.
Ellos no protestan, por que ya no les quedan fuerzas para articular una sola palabra de clemencia y solicitud.
Ellos ya no piden, sólo abren los ojos con miradas perdidas y gestos escalofriantes.
Ellos ya no lloran ni gimen, sólo cierran los ojos, presintiendo que con sus lágrimas pueden conservar el único humor vítreo o la última y definitiva energía para abrir y cerrar sus ojos.
Ellos no sienten, ya solo emerge de sus entrañas el hálito de la muerte.
¿Pero quienes son ellos? Son todos los seres humanos necesitados del Mundo subdesarrollado y primitivo, los últimos desdichados de la “sociedad moderna”, que habitan y se distribuyen por los cinco continentes de la Tierra. Pero donde se arraiga y se manifiesta más cruel y dramáticamente su efecto, es sobre todo por el África negra, azotada por las plagas de la sequía y la desolación. Por el Asia monzónica de la India, Pakistán, Bangladesh, etc., donde se concentran las grandes y monstruosas colonias de hombres y mujeres y niños desnutridos. Por el Centro y Sudamérica, con sus zonas arrasadas y arruinadas por las catástrofes y terremotos de la Cordillera Andina y también por los insalubres suburbios del Brasil, Venezuela y otros países, donde malviven millones de seres humanos, hacinados en chabolas inmundas, sumergidas en la calamidad, perturbados y dominados por intereses políticos perversos y manipulados por la escalofriante mafia de la cocaína.
¿Quién ha llevado a estas condenadas criaturas a la situación in-extremis? ¿Han sido los imponderables del destino, las plagas de la Naturaleza o un castigo del Cielo? Sea cual fuere, lo cierto es que ellos no son culpables de nada, son hijos de la desgracia humana, son los ajenos del Mundo que vive en la opulencia, son los que han sido desterrados en la miseria y en el exterminio, por el hambre, la enfermedad y la inanición. Pero ellos, a pesar de tanta desgracia y sufrimiento, no han perdido aun la eterna comunicación con Dios y la esperanza de su santa misericordia, capaz de alumbrar una redención para su vida.
Ellos notan como el Mundo invadido por el egoísmo y el materialismo, camina con la idea fija y generalizada de que no hay que repartir la pobreza, que ella por si sola, apoyada en la iniciativa y ambición, se pueda transformar en riqueza. Esta tesis equivocada y defendida por muchos, es el pretexto para olvidarse y eximirse los que tienen la obligación de remediar la necesidad ajena. Estos son precisamente los que nadan en la abundancia, los que gastan y consumen inútilmente cosas superfluas y también aquellos otros hombres que, haciendo oídos sordos a la llamada del amor y solidaridad, no saben o no quieren, que con su pequeña aportación, podrían satisfacer las carencias alimenticias y de vestido y llenar de alegría muchos seres privados de lo necesario para vivir y desarrollarse.
Pero en este Mundo también hay hombres y mujeres que creen en la verdad, en la ayuda, en la solidaridad y en el resultado de una acción posible, que pareciendo a simple vista una humilde limosna, se convierte con la integración de las dádivas de muchas almas caritativas, en un milagro sobrenatural para quien lo recibe, transformando su estado de necesidad y acabamiento en una forma elemental de vida y un estímulo para vencer el síndrome de la miseria.
¿Pero como se pueden ir paliando los innumerables problemas del Hambre, Sanidad, Educación, Vivienda, etc; que se abaten a lo largo y ancho del Mundo? Una parte de todo el complicado y amplio sistema u organización se canaliza a través de Manos Unidas. Esta es una de las instituciones filantrópicas y humanitarias que se encarga de recaudar a través de sus diócesis y parroquias, los medios económicos y las ayudas materiales, que lógicamente administradas, se hacen llegar a los necesitados del Mundo, por medio de los diferentes centros de enlace y distribución, con la rapidez que requiere la salvación de vidas humanas.
Varios son los procedimientos que se siguen para ir dando resolución práctica a los problemas. El primero es el proyecto económico, con el que se moviliza y organiza fácilmente todos los planes de ayuda necesarios, dándoles la forma viable y la rapidez resolutiva en cada momento y situación.
El primer objetivo es combatir el Hambre. Para lo cual la organización actúa de forma inminente en la distribución de los alimentos básicos, para que estos lleguen en las mejores condiciones a los puntos y latitudes de pobreza y se aproveche al máximo su eficacia.
La segunda de las prioridades la ocupa Sanidad. Esta requiere la demanda de los alimentos infantiles, antibióticos, vitaminas, vacunas contra las epidemias y endemias de toda clase de enfermedades, ropas, máquinas e instalaciones de bombeo para obtener aguas potables, equipos de limpieza y desinfección de pozos y cloacas, en fin, todo lo necesario para dar solución inmediata a los graves problemas de salud.
La Educación y formación básica requiere que el proyecto económico atienda el mantenimiento de personas capacitadas profesionalmente, que hayan asumido la vocación de servir y el espíritu de sufrir, capaces de ir adiestrando y perfeccionando a los nativos en las diversas tareas, que poco a poco puedan poner en cultivo y regadío inmediato, extensiones de terreno para la producción de alimentos de todo tipo. Este programa se viene desarrollando con el pensamiento puesto en responsabilizar a los hombres y mujeres, para que ellos sean los autores verdaderos en la intervención de su propia supervivencia.
Como se ve, el remedio está en nuestro corazón y en nuestras manos. Los caminos están trazados. Por uno van caminando fatigosamente los necesitados del Mundo y por el otro circulan cono comodidad y holganza los hombres que disfrutan de un modo de vida satisfactorio. Ambos caminos son hoy divergentes en el anfiteatro del Mundo, y si hay una razón para que estos dos caminos modifiquen su rumbo y se hagan paralelos, será necesario el gran esfuerzo humano de los que creen y piensan en el supremo objetivo de la justicia y del Amor cristiano, los que creen también que lo imposible es una palabra que no existe.
No podemos olvidar que nuestra Patria, al igual que el resto de Europa, ocupa hoy un lugar privilegiado respecto de los países necesitados del Mundo. Se erradicaron hace tiempo las huellas de la tragedia y las situaciones solemnes de pobreza originadas por la confrontación civil y fratricida del año 1936. En aquellos lejanos tiempos, también el pueblo español conoció la experiencia del hambre, que fue superada comiendo pan duro y encanecido, cortezas de naranja y otros manjares detestables. Gracias a los comedores del Auxilio Social se pudo engañar al estómago con los ranchos calientes y maltas aguadas. Hoy gracias a Dios, España vive en la abundancia, somos afortunados y debiéramos tomar conciencia del problema de la miseria del Mundo. Somos seres obligados a mirarse al espejo, para ver que somos y a donde vamos. Somos caricaturas inconscientes, a veces ignorantes, que no vemos el drama que se manifiesta a nuestro derredor. Somos egoístas que solo deseamos tener el horizonte recto y despejado, libre de abrojos y estorbos, huyendo a distancia del problema, cuando debiéramos dar gracias a Dios por estar en este estado preferente y elevado sobre la pobreza.
Pero a pesar de todo, siempre hay una voz, una iniciativa, una organización que es Manos Unidas preocupada por el bien al prójimo, ella nos recomienda que seamos responsables en nuestra vida, abramos los ojos y nos marquemos un compromiso de ayuda. Nos pide voluntariamente una pequeña aportación económica, que haga posible el milagro para redimir la necesidad del Tercer Mundo.
Artículo publicado en el Diario de Burgos.